sábado, 1 de octubre de 2011
No era eterno.
Qué querrán aquellos que no logramos conservar, que nos lleva a perderlos y que extermina todo ademán de afecto y compasión. Qué provoca su rechazo y su daño. Por qué se vuelven intransigentes con nuestros defectos. De pronto dejamos de hacerles gracia y los despistes que antes les divertían les parecen torpezas inadmisibles, y nuestra risa se vuelve pesadez y nuestras caricias costumbres y nuestra piel, aquella que antes era perfecta, deja de ser imán para sus dedos.
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