viernes, 18 de febrero de 2011

Taller "Percibir y Expresar"

Un escondite, un lugar en el que no se finge. Como cuando te escondías de mamá debajo de las mantas ¿te acuerdas?
Un lugar en el que soy grande y a la vez pequeña; un tiempo y espacio a parte. 
Vacío, lleno.
Blanco, negro.
Un lugar en el que no hay nadie, en el que puedo viajar, huir a esos recuerdos para que no se borren. Escapar. Escápame. 
Inspirarme y expirarme.
Inspirarme y expirarme porque no estás.
Amarillo, te siento. Sucio, rugoso. Lejos te siento.
Estás allí, en esa ciudad, en ese parque, en esa fuente, en esa esquina, en ese preciso instante en el que el ligero perfume del aire y el rumor de las flores se reflejaba en tus ojos. En ese instante en el que los finos hilos de agua me recordaron al arco de tu triunfo, a como todo lo que sube tiene que bajar. En ese instante en el que las hojas caídas gritaban sus ganas de ganar, el no querer no estar. Mecer, Mecerse en las copas de los árboles, correr por las líneas de las manos. Mecer, merecer. 
Violeta, blanco, verde. Voces lejanas y el ruido del agua. Multitudes uniformadas en gris y allí, tú y yo, alimentados por el sol. Con aire, sin nada. Era tan libre que hasta sentía claustrofobia. Estaba atrapada, imantada, pero sentía poder tocar el cielo.
Éramos luz y sombra. Le dábamos color a las cosas y escapábamos como pájaros a los que la realidad les quiere cazar.  
Hasta que dejamos de ser idiotas.

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